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Domingo
3 de septiembre.(sigue
de página anterior) |
Diario
RAÚL Y NANO |
que
les sirven algo de desayunar. Con el amanecer es cuando realmente
se aprecia la decadencia del lugar. No era un clásico
centro de desintoxicación. La mayoría de la gente
eran indigentes, muchos de ellos con problemas psicológicos
supongo que causados por su situación. Se veía
muy poco animo, poca esperanza, parecían abandonados
a su suerte inmersos en un mundo del que no pueden ni quieren
salir. Después de un rato observando el triste panorama
Nano y yo recogimos nuestro material y nos fuimos a dar vueltas
por la desértica ciudad hasta que abrieron un supermercado
en el que compramos desayuno y comida. Nos dimos un gran desayuno
y nos conectamos a Internet con la esperanza de que Diego y
Miguel nos llamaran, pero no lo hicieron hasta pasado medio
día. |
Domingo
3 de septiembre. Calgary |
Diario
MIGUEL y DIEGO |
Abro
el ojo, me giro y veo a Dieguito dormido, detrás de el
otra vez el tipo cachas sentado en su cama mirándonos
fijamente... joder!! Que quiere este tío? Paso de él
y sigo durmiendo un poco más, deben de ser las diez de
la mañana, pero no hay prisa, así que dormitamos
hasta las 11, nos |
Diego
busca a Naninho y Ra en Calgary
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vamos a desayunar
al centro y llamamos a Raúl y Bernie que ya andan por
la ciudad. Nos encontramos en la puerta del supermercado donde
están comprando. Nos abrazamos y nos contamos nuestras
aventuras, estamos muy alegres y satisfechos de habernos reunido.
Ahora necesitamos sitio para dormir, los hospicios están
bien, pero el ambiente es un poco deprimente y ya es tiempo
de cambiar de aires. En los hostales todo sigue lleno. Herold,
el hombre que llevo a Raúl y Nano en coche hasta Medicine
Hat, les dio el teléfono de su madre que vive aquí,
la llamamos y nos dice que podemos ir a su casa y acampar en
el jardín. Así que vamos a nuestro querido albergue
(ya tenemos amigos y todo allí) recogemos, nos despedimos
de los homeless y nos vamos en busca de un nuevo hogar, parando
primero a comprar unos frenos de recambio para las bicis porque
en breve empieza la etapa Montañosa y nos van a hacer
mucha falta. Helen es una abuelita de 84 años,
muy cañera, vive en una zona residencial de chalets de
las afueras y nos abre la puerta con unas enormes gafas de sol
rojas. Es muy entrañable y confiada. Nos invita a poner
las tiendas en su jardín, nos da café y bollos
y nos dice que nos sintamos como en casa, que hagamos lo que
tengamos que hacer (y eso que no nos conoce!!!)
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Invadimos
el jardín de Helen |
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