Sólo faltan 130 km hasta San Diego,
mi avión sale dentro de tres días, así
que decidimos apretar un poco el ritmo e intentar llegar esta
noche. Durante la larga jornada conoce-mos a un hombre de
unos 55 años que nos invita a probar su bici de carreras
de unos 10000 euros y un par de kilos de peso, todo que envidiar
con nuestros 50 kilitos de alforjas. Le caemos bien y decide
invitarnos a cenar al lugar que más nos apetezca..
yo lo tengo clarísimo: un buen pescado fresco. Llegamos
algo reventados al hostal en el downtown de San Diego, una
ducha y a ponerse guapos que hoy vamos de restaurante, como
es de esperar Nano y yo acabamos dando la nota en la mesa,
rebañamos todos los platos de los presentes y no decimos
que no a nada. Las despedidas no nos gustan así que
la última noche salgo de fiesta con Nuno y Sheila (grandisimos
compañeros de batalla, tanto bicicletera como tequilera)
y Nano se queda dormido. El pulpo que me llevo en el avión
es considerable...
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