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Últimos
días de la expedición canadiense.
Octubre. Diario de Raúl |
Como
cada uno tiene unos gustos distintos, estos últimos
días hemos decidido separarnos y así cada uno
puede hacer lo que le venga en gana. Yo me he decidido por
visitar Vancouver Island. Hoy me he levantado pronto para
dejar pronto la habitación, comprar repuestos para
la bici y grabar mi valoración del viaje. Después
he comido algo rápido y me he despedido de los demás
para ver si puedo coger pronto el ferry.
El
Jueves llego a Parksville para coger el autobús,
pero no puedo subir la bici si no está desmontada y
en una caja, lo cual es imposible de hacer tan rápido
si además tienes que ir a conseguir la caja. Así
que ni lo intento y directamente me alejo varios Km. del pueblo
para hacer autostop. A eso de las tres y pico Jeffry, un chico
joven de Toffino llega a mi lado y se pone
a hacer lo mismo. Conseguimos un viaje juntos y al llegar
me invita a su casa. Dudo, porque quería hacer más
vida social en el hostal, así que me doy una vuelta
por el pueblo y por el albergue para ver el ambiente , pero
finalmente decido invertir el dinero del alojamiento en comida
y vino para mi y mi anfitrión. Nos pasamos muy buena
noche. Cocino una tortilla de patata, bebemos el vino y pinchamos
R´n´r. Al final de la noche vienen unos amigos
suyos un tanto raritos, pero lo pasamos muy bien.
El
Viernes me dedico a visitar los alrededores con la bici, me
doy una buena paliza y vuelvo a casa de Jeffry para ducharme,
comer y descansar, él se marcha a tomar algo pero regresa
con otros cuatro chavales
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Es
una banda de músicos que no tenían gasolina para
volver a Port Alberni -la gasolinera no abre hasta las 9 de
la mañana- así que se van a quedar en la casa
a tomar algo, o dormir. Aunque a mi y a Jeff se nos cierran
los ojos, ellos no se marchan a dormir a su furgoneta hasta
que no se terminan todas las cervezas. |
Camino
a Toffino.
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El
sábado decido que es hora de continuar el viaje y hago
dedo hasta Nanaimo, donde paso la noche en la tienda de campaña,
al borde de una carretera tranquila. Al día siguiente
continúo pedaleando, pero apuro demasiado el tiempo y
acampo casi de noche en el punto en que se vuelve a coger la
TCT. Estoy un poco asustado porque he oído varios disparos
y aquí me siento en medio de la nada. De repente en la
distancia veo una luz que se acerca, y cuando descubro que es
un ciclista me asomo para saludarle, pero él, saluda
y pasa de largo. Esta noche promete frío, y para colmo
no logro cerrar la cremallera así que decido dormir con
toda mi ropa puesta.
Lunes. Esta noche ha helado. Los primeros kilómetros
también son fríos, pero muy bonitos, hasta que
llego a un puente de madera por el que pasaba el tren pero que
lleva muchos años abandonado y está que se cae
a cachos. Intento buscar la manera de cruzar al otro lado del
cañón, pero es imposible. Al final me toca media
vuelta y coger carreteras secundarias. Sigue
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